Monos

★★★★☆

Título en España
Monos

Dirección
Alejandro Landes

Reparto
Sofia Buenaventura
Julián Giraldo
Karen Quintero

Año
2019

Duración
1h 42min

Género
Thriller
Drama

Muchos recordamos las locuras perpetradas por cineastas en plena selva amazónica. Werner Herzog estaría a la cabeza de estos locos maravillosos con películas como Aguirre, la cólera de Dios (Aguirre, the Wrath of God, 1972) o Fitzcarraldo (1982), cuyo rodaje supuso una empresa tan titánica como la del personaje que da título a la cinta, difuminando por completo los límites entre realidad y ficción.

Algo parecido se propuso Coppola con la megalómana y caótica producción de su mastodóntica Apocalypse Now (1979), aunque en esta ocasión en la selva filipina. Pocos directores se han atrevido a enfrentar rodajes que están llamados a ser un desafío para cualquier producción y para cualquier mente y cuerpo acostumbrados a la vida urbanita, pero el cine reciente nos ha dado dos buenos ejemplos, la estupenda The Lost City of Z (2016), del siempre interesante James Gray, y ahora Monos, la segunda película de un cineasta que está llamado a ser la cabeza visible de la nueva generación de cineastas iberoamericanos.

 
Monos habla de niños soldados. Unos niños que tienen una vaca y una rehén y que parecen sometidos a los dictados de un líder implacable. A partir de esta premisa, la película se desarrolla como una experiencia sensorial, en la que los diálogos apenas nos importan, pues de lo que aquí se trata es de dejarse atrapar por una narración que transcurre dentro de los parámetros del cine contemplativo, casi mudo. Dentro de estos términos resulta tentadora la comparación con una película de aventuras de la crudeza y pureza cinematográfica de Apocalypto (2006), de Mel Gibson. Aunque aquí la cosa no va de aventuras, sino de abordar una terrible realidad desde el prisma de un autor con una mirada propia, quizás en ocasiones recargada y pomposa, pero ante la que es difícil no rendirse. Todo resulta inquietante y transcurre bajo el manto de la sorpresa y la emoción. No hay espacio para una narrativa convencional amante de arcos dramáticos. Aquí no hay personajes, si tan siquiera personas. Todos parecen desdibujados por la presencia imponente de una selva amenazante.  

No hay espacio para una narrativa convencional amante de arcos dramáticos. Aquí no hay personajes, si tan siquiera personas.

︎

Alejandro Landes se apoya en las interpretaciones de actores en su mayoría no profesionales (cabe destacar que entre ellos hay un antiguo miembro de las FARC), la fotografía naturalista de Jasper Wolf, y de manera muy destacada en la banda sonora de Mica Levi, cuya presencia en un film está llamada a ser de una magnitud tan grande que consigue hacer indisociables sus imágenes del acompañamiento musical que ella crea que, lejos de ser un “acompañamiento”, supone un añadido al sentido del film, llevándolo a otra dimensión y desembocando en un resultado hipnótico, como ya hizo con su estupenda música para la igual de estupenda Under the Skin (2013). Ella es co-responsable de ese sentimiento de extrañeza que impregna a toda la cinta.

La coherencia en la propuesta formal es tal que algunos podrían sentirse decepcionados por su desenlace, ya que Landes parece más interesado en captar un “trozo de vida” para ilustrar la magnitud de algo difícil de abarcar. A pesar de su tono algo irreal, el cineasta consigue transmitir un horror mostrando una punta del iceberg lo suficientemente expresiva, sin necesidad de recurrir a enfoques algo más manidos. Muchos lo han criticado por su manierismo e incluso lo han comparado, para mal, con Alejandro González Iñárritu. Aún es pronto para delimitar en qué terreno se moverá en sus próximas películas pero en esta que nos ocupa, consigue transitar por la difícil frontera entre el cine más masivo y el más hermético. Cabe esperar que su mirada no se difumine o se esfume demasiado pronto ante las ofertas de Hollywood que, con seguridad, ya estarán llamando a su puerta. ^(FIN)

︎  Sergio Román