Parasite
★★★★★
Título en España
Parásitos
Título Original
Gisaengchung
Dirección
Bong Joon-ho
Reparto
Song Kang-ho
Lee Sun-kyun
Cho Yeo-jeong
Choi Woo-shik
Park So-dam
Lee Jung-eun
Jang Hye-jin
Año
2019
Duración
2h 12min
Género
Thriller
Comedia
Drama
De cuando en cuando, una obra aglutina la mezcla adecuada de elementos para convertirse en tema de conversación recurrente. En una realidad dominada por trending topics, puede resultar complicado no caer presa de revuelos hiperbólicos y cortoplacistas. Éste no es el caso de Parasite (Parásitos). El nuevo trabajo del director coreano Bong Joon-ho reúne todos los ingredientes para ser merecedor del título de película más redonda del año.
Durante el rodaje de Snowpiercer (2013), el director Bong Joon-ho (Daegu, Corea del Sur, 1969) recordó una historia de su juventud. Su entonces novia (ahora esposa), trabajaba como profesora particular de inglés del hijo de una acaudalada familia coreana. Necesitaban también un tutor de matemáticas, así que se las apañó para que Bong consiguiera el empleo. Duró solo dos meses, pero aquella experiencia le hizo reflexionar sobre una fascinante dinámica que años después desempolvaría de su memoria para transformarla en uno de los guiones más originales del 2019.
“Ricos y pobres raramente se mezclan. Siempre están separados”, explica el autor en una entrevista con Hollywood Reporter. “Pero cuando uno trabaja como tutor o criado, los dos grupos [ricos y pobres] se juntan en entornos de gran intimidad”. A partir de esta observación, Bong Joon-ho desarrolló la idea de una familia de clase humilde infiltrándose en la vida de una opulenta. Algunas de las consecuencias de esta intromisión podrían resultar más o menos predecibles, pero el realizador, junto a su guionista Han Jin-won, le dan una vuelta de tuerca sumergiéndonos en una vertiginosa trama con uno de los giros argumentales más impactantes que se recuerdan.
En Parasite, la precaria familia Kim, compuesta por el padre Ki-taek, la madre Chung-sook, el hijo Ki-woo y la hija Ki-jung, malviven en un insalubre sótano de un barrio empobrecido de Seúl trabajando como dobladores de cartones. Un día, un amigo de Ki-woo sugiere al chico que lo sustituya dando clases de inglés a la hija de una familia adinerada, los Park, mientras este se ausenta durante las vacaciones de verano. Para ello, Ki-woo tendrá que hacerse pasar por estudiante de una prestigiosa universidad coreana y falsificar su identidad –por suerte, los hijos de los Kim son despiertos e ingeniosos.
Este golpe de fortuna podría haber acabado ahí. Sin embargo, alentados por un insaciable instinto de supervivencia, los Kim consiguen, paulatinamente, introducir a todos sus miembros como empleados de los Park. No hay claros héroes o villanos en este relato. Son todos víctimas y a la vez culpables, personajes que sobreviven unos a costa de los otros. Para ascender, los Kim han de mentir y deshacerse por el camino, y sin piedad, de los antiguos trabajadores de los Park, una vez logrado su objetivo, parasitando a la pudiente familia. Estos, a su vez, son enteramente dependientes de sus sirvientes en su día a día. Todos ellos, de manera exclusiva, viven de los ingresos del paterfamilias de los Park, CEO de una empresa tecnológica.
No hay claros héroes o villanos en este relato. Son todos víctimas y a la vez culpables, personajes que sobreviven unos a costa de los otros
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Cuando un día los Park al completo deciden salir de escapada de fin de semana, los Kim abusan de la confianza de sus empleadores mancillando la lujosa residencia, en una escena que, en lo grotesco, recuerda a la soberbia Viridiana de Buñuel. Esta acción dará paso al gran y más sobrecogedor momento de la película y a un inesperado cambio de género cinematográfico, saltando de la comedia/drama social al más puro y visceral thriller.
Bong cita entre sus fuentes de inspiración al clásico coreano The Housemaid (1960) de Kim Ki-young y al macabro incidente de Christine y Léa Papin ocurrido en los años 30 en Francia; también a la obra maestra de Alfred Hitchcock, Psicosis (Psycho, 1960), especialmente en la relevancia narrativa –metafórica y no– que las escaleras poseen en Parasite. Para reforzar el simbolismo que impregna el largometraje, el director se sirve de una variedad de elementos y motivos –desde la roca de la suerte a la que se agarran los Kim en su sueño por prosperar, pasando por el significado de los olores, hasta un diseño de producción donde las disparidades arquitectónicas y urbanísticas reflejan aún más la brecha de clases.
Parasite invita a múltiples reflexiones a lo largo de su sinuoso recorrido –el insoportable desequilibrio social y la imposibilidad de escapar de los estratos más bajos, la contribución del capitalismo a este respecto y los desiguales impactos del cambio climático como resultado, o la cruda lucha por la supervivencia y la mezquindad del ser humano independientemente de su posición socioeconómica. Como Bong Joon-ho recalca, el punto de vista de Parasite con respecto a sus personajes es “neutral”. El poso final, cínico, no obstante. Es en el respeto y empatía donde esta tragedia aspirante a filme del año podría haberse evitado.(FIN)
︎ Alberto Serna
©Monolito
MMXXIV